lunes, 2 de septiembre de 2013

Puta imbécil

No podía dormir, mi mente estaba bacía.
Era una perdedora como la mayoría de las de aquí. Tomando drogas desde que era niña hasta que una mañana mi cerebro y con el mis entrañas. Ya no distinguía lo que era líquido o solido en aquel mejunje que atascaba el retrete. Sudaba mucho y lo veía todo borroso, creo que mezclé demasiadas mierdas ese día.
Al rato todo se volvió oscuro, creo que me desmalle porque desperté en el hospital y mi madre me miraba directamente a los ojos como hacía tiempo que no hacia. Vestía un horrendo abrigo de piel y muchas joyas. Se ve que su nuevo marido la trataba bien.
Estuvo hablándome largo rato sobre los problemas que causaba. Yo le dije que solo seguía su ejemplo y en respuesta me pegó una bofetada y desapareció de mi vida de nuevo.
A los pocos días cuando ya había sudado y meado todo lo que tenía dentro me llevaron a un centro de desintoxicación. La gente allí era maja, todos medio muertos, yo incluida, unos putos zombis. De vez en cuando me daban un par de pastillas y el resto del tiempo nos mantenían encerrados. Fue un autentico infierno. Uno de esos horribles días mientras echaba la bilis que me quedaba en un cubo pensé en Asli,lo mucho que la echaba de menos antes de que todo se fuese a la mierda. Ella era una verdadera amiga de esas con las que practicar buen sexo oral cuando estas de bajón o tienes problemas. Imaginé que estaría chupándosela a hombres casados por algo de coca o crack después de todo era su especialidad. Podía hacer que una tía se corriese en cinco minutos y si estaba sin ganas el pircin de su lengua hacía el trabajo.
La conocí en el internado al que me llevaba mi madre cuando quería desacerse de mi. Ella era una prometedora chica obsesionada con encontrar novio, poco que ver con la mujer en la que la convertí sin quererlo. Ella fue mi primer amor. Dormíamos en el mismo cuarto, era la única persona realmente amable de todo aquel vertedero y yo era una persona sensible e ingenua. Un día se acercó a mi y me preguntó como era besar a un chico, yo que tenía algo de experiencia le conteste que era áspero y húmedo como una babosa peluda, ella se rió y mordiéndose el labio me preguntó si podía probar conmigo. Yo que pensaba que estaba de broma te dije que si. Entonces me besó y noté como si la mas dulce y suave nube de azúcar se posase en mis labios. Nos separamos lentamente y nos miramos. 
Desde entonces nos besábamos cuando podíamos, cada vez mas intensamente hasta que un día ya nos bastó con eso. Se ve que lo hice bien porque Asli le cogió el gusto al tema y entonces , como dos idiotas pretendiendo estar enamoradas, el mundo se nos quedó pequeño y escapamos de aquella escuela para borregos para vivir nuestro amor en libertad. 
Pasamos de un hogar a otro durante meses hasta que Asli encontró una manera gratificante de ganarse la vida. Un señor mayor, de unos cincuenta, la invitó a subirse a su coche sin que este se moviera y tras un buen rato volvió con un olor extraño y doscientos pavos en el bolsillo. Dijo que nunca se lo había pasado tan bien.
Discutíamos mucho sobre su trabajo pero no podía hacer nada, era ella la que traía el dinero que me mantenía cuerda y en un relativo buen estado. Un día tuvimos una pelea terrible porque me moría de celos de que media ciudad estuviese haciendo lo que en principio era mi trabajo así que cojí su dinero y me largué en busca de otra chica como ella a la que pagar por sus servicios. La cosa no cuajo pero a cambio ese día descubrí las drogas y todos los problemas parecieron esfumarse, incluso conseguimos un pequeño apartamento, un casa abandonada llena de yonkis demasiado débiles como para intentar violarnos, y un colchón en el que dormir apretaditas. Era como una luna de miel. El tipo que me dio el material me dio trabajo distribuyéndolo y Asli estaba tan ocupada poniéndose ciega que no volvió a coger mas clientes. Pero entre risas picos y rallas a penas comíamos, la gente moría a nuestro al rededor  el dinero se esfumaba como la ceniza sin que nos diésemos cuenta.
Asli tuvo que volver a trabajar pero a penas tenía clientes porque rara vez querían tirarse a alguien tan perjiducada. Hasta a mi me daba asco, eso porque no tenía valor para mirarme al espejo. Lloraba casi todo el tiempo y yo me canse de intentar consolarla así que se acabó cansando de mí y se largo en el primer coche que la dejo entrar para no volver. Cuando llegue a darme cuanta de lo hecha mierda que estaba volví a casa a pedir asilo pero debido a la calurosa bienvenida intente suicidarme, sin explicarme como no había muerto hasta ahora, con la mierda que me quedaba sin vender y el minibar que sabía que mi madre escondía en el baño. Y así fue como acabé en ese demencial lugar. 
Asli al menos había llegado a ser una ninfomana drogadicta pero yo no había dejado de ser nada mas que una imbécil que rompía todo lo que tocaba. 
Cuando al fin estuve limpia tenía dieciocho años, pesaba cuarenta kilos , medía uno cincuenta, tenía n par de cicatrices en las muñecas y unas ojeras marcadas de por vida
Estaba sola, sin dinero y no tenía a donde ir. Anduve buscando a algunos amigos que creía tener pro nada.
Así que en poco tiempo ya estaba borracha perdida pidiendo dinero para el siguiente litro.
Un chaval, al que acosé, se negó a darme pasta así que usé todos los medios a mi alcance para dejarlo medio muerto. Vomité al salir corriendo de la horrible escena y me pillaron unos polis que andaban por ahí.
En mi defensa alegue que no había tenido oportunidad de vivir de otra manera pero aun así me cayeron un puñado de años.
La cárcel era tan jodida como la vida fuera, algunas cosas mas fáciles y otras mas difíciles pero básicamente lo mismo. Para aquellos culos llenos de grasa y mujeres con complejo de espartano yo era un blanco fácil pero supuse que me las arreglaría con lo que había sacado de la calle. No imagine que esas perras pueden morder mas de una vez

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